El curso, durante el invierno, puede hacérsenos en ocasiones largo y monótono, y es entonces cuando la existencia en el Centro de un pequeño jardín, ya sea de interior o de exterior, nos aporta un toque de alegría que nos ayuda a enfrentarnos a nuestra labor cotidiana con más ánimo.
El invierno en un jardín no siempre tiene por qué ser triste, ya que es entonces cuando podemos observar mejor las formas de los troncos, de las ramas, deleitarnos con la belleza de algunas flores y plantas o disfrutar pensando que en breve, al llegar la primavera, se producirá el despertar de "toda la vida" que encierra.
Mientras esperamos el resurgir de la primavera, no0s conformamos con estas imágenes.
Pilar Fernández Areces -IES José del Campo (Ampuero)-
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